Del valor del talento

Lo que cuesta poner en el mercado a un científico o a un técnico superior es un auténtico dineral

España es un país exportador de talento; formamos a quienes van a producir en otros Estados. Lo que cuesta poner en el mercado a un profesional, a un científico o a un técnico superior es un auténtico dineral. Ese coste es difícil de evaluar pero, en todo caso, muy considerable. Casi sesenta y dos mil millones de euros en 2022. Las últimas cifras publicadas de coste por alumno corresponden a 2019 y son, redondeando: 7.900 en Educación Infantil, 6.500 en Primaria, 7.800 en Secundaria (primera etapa), 8.800 en Secundaria (segunda etapa) y 10.400 en Educación Superior. Estas cifras no son cerradas pues la casi totalidad de los estudiantes que se doctoran o especializan fuera de España, son becados por el Estado o por Fundaciones que de un modo u otro se benefician de subvenciones públicas o, por su propia naturaleza, evitan impuestos. La pérdida que para el Estado supone que uno de esos becarios no vuelva o que después de especializarse en España marche a trabajar en alguna institución extranjera, es incalculable.

Aproximémonos a un caso: el del recién fallecido Francisco J. Ayala, un biólogo madrileño, sacerdote dominico por poco tiempo, que estudió en Salamanca y se doctoró en Estados Unidos, alcanzando un gran prestigio internacional. Autor de trabajos de gran trascendencia científica y de ensayos de gran relevancia, fue profesor de la Universidad de California en Irvine y su nombre figura en el frontispicio de varias instituciones norteamericanas y de otros lugares del mundo. Se nacionalizo en 1971.

Veamos otro, más conocido e incluso más celebrado. El de Severo Ochoa, asturiano de Luarca, que realizó sus estudios primarios y secundarios en Málaga y de Medicina en Madrid. Se doctoró y especializó en España y marchó a trabajar a EE UU en 1941. Premio Nobel de Fisiología en 1959, se nacionalizó en 1956. Necesitaríamos todo el periódico para referirnos a tantos cuantos se beneficiaron de una formación prácticamente gratuita en España para dar fruto allende los mares y los Pirineos. Todos ellos son citados en España con merecido orgullo y pasión y entran en nuestras universidades, cuando lo hacen, en el equivalente al bajo palio de la iglesia católica. La reducción aplicada por mí a la biografía de dos grandes científicos españoles podría dirigirse a su valoración en términos patrióticos, sin entrar en detalles; algo parecido a lo que se hace con el movimiento geoeconómico de Ferrovial.

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