Trini, Bastri y la Tía Anica

Trini era una muchacha muy bonita con una capacidad innata para relacionarse

Atrinidad Sarmiento, de jovencita la habíamos visto más bien poco. Desde pequeña gustaba de estar junto a su abuela, la Tía Anica; una mujer a la que hoy calificaríamos de emprendedora sin tener que recurrir a eufemismos vacíos de contenido. Como Trini era la hermana mayor de nuestro Shamuti, le teníamos mucho respeto y pasamos, de verla alguna vez en su casa de la Fuentenueva, a saber que iba a casarse con un comercial catalán muy puesto en telas preciosas.

La Tía Anica tenía una casa-tienda universalmente conocida. Formaba parte sustancial de la Algeciras de los cincuenta. Situada nada más entrar en la calle Sacramento, formando parte del edificio en el que estuvo “Los Gallegos” y, después, el Banco de Andalucía, era una especie de bazar casero de visita obligada para los turistas. Disfraces, telas maravillosas y toda clase de artículos de esos que sólo se podían encontrar en el Emporium de la calle Real de Gibraltar, estaban a la venta en aquel primer piso al que se accedía por una vieja escalera que arrancaba en superficie a nivel de calle.

Trini vivió cerca de su abuela, su infancia y adolescencia, era una muchacha muy bonita con una capacidad innata para relacionarse. Su buen gusto y una habilidad no adquirida para la moda femenina, forjaron en ella una personalidad poco común en su tiempo. José Bas era el típico catalán representante de telas, que un buen día apareció por Algeciras y empezó a relacionarse con la tienda de la Tía Anica. De modo que se empeñó en conquistar el corazón de Trini y lo logró. Así nació una nueva palabra, Bastri, y con ella una boutique que fue una de las primeras de su género en España. Primero, a unos pasos de la Tía Anica, en la calle Teniente Serra; en ese entrante que casi alcanza al Centro de Día; después en General Castaños, pegada al edificio donde hoy está la oficina de farmacia más bonita del mundo, y finalmente frente a Manzanete, en ese muñón de la calle Panadería que desemboca en Sacramento.

Acabamos de perder a Trini, se nos ha ido junto a Dios hace un par de días. Trini no sólo era una mujer atractiva, sino además de una peculiar elegancia. En la Algeciras de aquel tiempo, Bastri sonaba a Dior y ese trocito de calle donde se había instalado se nos antojaba un tramo de la parisina Avenue Montaigne. Es curioso, porque esa avenida se llamó tiempo atrás, Callejón de las Viudas, como llamábamos nosotros al que unía al del Ritz con la calle Larga.

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