Política y razón

La clave de la violencia en las discusiones políticas es que no es la razón lo que subyace a los argumentos

Recuerdo cómo en mi adolescencia, en algunos bares se prohibía cantar y hablar de política. Lo de cantar era por guardar las formas y el respeto debido a los demás. Ya de por sí, a los españoles nos basta con hablar, lo hacemos tan alto que cuando hay gente, la conversación degenera en confluencia de monólogos; todos hablamos y nadie escucha a nadie. En cuanto a no hablar de política, de lo que se trataba era de evitar la confrontación. En mis años de juventud, en pleno franquismo, lo de hablar de política no se daba mucho, pero sí de vez en cuando. La tragedia que habían vivido los españoles unos años antes, no era tan lejana como para haber olvidado las causas y los efectos de hablar de política. Pero por si acaso, los hosteleros querían evitar la violencia verbal y a veces no sólo verbal, en la que degeneran las discusiones sobre política. Porque con frecuencia se quiebran amistades e incluso se rompen familias a resultas de lo que no deberían ser sino desacuerdos o discrepancias sin mayores consecuencias.

La clave de la violencia verbal en esas discusiones y sus indeseables, y no pocas veces irreversibles, consecuencias están en que no es la razón lo que subyace a los argumentos, sino una especie de axiomática inducida completamente subjetiva. Por poner un ejemplo: el Partido Nacionalista Vasco (PNV) es un partido conservador de inspiración cristianodemócrata en cuyo programa se advierten signos xenofóbicos. Sus raíces histórico-políticas y la confusa y contradictoria personalidad de su fundador, Sabino Arana, forman un totum revolutum que de ser conocido por la clase política actual, induciría vergüenza y, desde luego, no sería aceptable su homologación con las formaciones constitucionalistas. ¿Es razonable que algo así, no ya que esté en el sistema como si tal cosa, sino que tenga a la izquierda por asociada deseable? A la razón ¡y no digamos a la inteligencia! le repugna el binomio izquierda-nacionalista. Si son conceptos incompatibles ¿cómo es que existen cosas así como Euskal Herria Bildu o Esquerra Republicana de Catalunya? Si el socialismo es colectivista y su economía radica en la abolición de la propiedad privada ¿cómo es que el PSOE asume el monetarismo capitalista? Abundan los ejemplos de irracionalidad, ejercítese el lector en formular unos cuantos más. En un país con socialismo boyante, nacionalismos de izquierda y una economía de libre mercado los hay para todos los gustos.

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