La España abandonada

Este Gobierno pacta y pacta, y no es peor que otros que han hecho lo mismo y más, pero sabe que se hunde

Este parece un país en pugna por la incompetencia. Una oposición que se renueva y se sitúa bien en las encuestas lo dilapida todo por no enfrentarse a sus propios fantasmas. Un Presidente que parece no querer repetir en el cargo, que obvia esta ventaja sobrevenida y acumula error tras error, porque no reparar las Leyes mal diseñadas es contumacia, aunque se tenga razón en algún sentido, y si en vez de debatir la representación de los grupos políticos regionalistas, afrontando este problema real, se dedica a pactar a sabiendas de que hay una mayoría cuantitativa que no entiende a la representativa: resucitamos conflictos.

Denostar lo estatal, que es la protección legal verdadera de lo autonómico, es moverse en la superficie, porque el debate serio es sobre el modelo de Estado. Este Gobierno pacta y pacta, y no es peor que otros que han hecho lo mismo y más, pero sabe que se hunde. Y el independentismo también sabe que tiene cerradas las puertas de lo ya hecho, sólo le cabe hablar serenamente del modelo de Estado respetando las normas, como todos; pues nada, a empujar más ¿para repetir curso?

Esto parece una jaula de cigarras caniculares. Hemos entrado en una dinámica en la que las ideas parecen repugnar al Parlamento. Pero es que los medios de comunicación hacen lo mismo. El periodismo debería reírse en la cara de quienes afirman a diario que Pedro Sánchez es una especie de sátrapa antidemocrático, que está forzando las estructuras del Estado, que su peligrosa gestión nos lleva a una moción de censura no como opción legal sino como solución patriótica, que pone en peligro las libertades individuales... las cuentas de beneficios de las grandes empresas son suficiente para negarlo todo. Esta serie que nos retransmiten quiere su capítulo diario para mantener al público. Pero la vida real es otra cosa; lo que sí hace resentirse al Estado es la falta de atención a la Sanidad, a la Educación, a las carreteras, a los transportes públicos, a la España abandonada (no vacía, coño) que no dispone de servicios ni privados ni públicos y que por eso se descompone (turismo-tumor).

No: La experiencia (¿edad?) me enseña que nada extraordinario está ocurriendo salvo el interés de tensar las políticas por unos objetivos inmediatos de timócratas que no son la ciudadanía. Eso es ser antidemócrata, y el peligro real es el seguidismo de estas basuras que nos convierte en reaccionarios salvapatrias. Cuidadín.

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