La Chicotá de Pedro Rosado

Las pocas veces que he disfrutado del ambiente de La Chicotá, me he sentido rodeado de misterio

No mucho tiempo después de su inauguración, descubrí esta singular iniciativa de Pedro Rosado en La Línea. Un local de copas donde reside el buen gusto, por el que circulan los duendes buenos. En La Chicotá se ha quedado la religiosidad y la imaginería popular, de modo que uno se siente como los ángeles disfrutando de una estancia en ese recinto, que bien pudiera ser adjetivado de sagrado. Pues estando Dios en todas partes, seguro que está más a gusto en este grato lugar del centro de La Línea. Mucho tiempo ha pasado desde mi última visita, pero la recuerdo como si hubiera sido anteayer. Un paisano, que andaba por allí mirando un cartel en el que destacaba un Cristo de Ortega Bru, me regaló un discurso sobre el imaginero sanroqueño y la imaginería comparada, que me hizo sentir espectador de la más bella conferencia sobre el arte religioso que uno intuyera recibir fuera de los círculos en que tal cosa pudiera esperarse.

Después del magnífico artículo -La Chicotá, treinta años de magia- de Alfonso Escuadra, del pasado día 1, en Europa Sur, no queda otra que aplaudir. No obstante, no quiero quedarme sin declarar que deseo dar fe de lo que dice, ni sin unirme entusiasmado a ese espléndido treinta aniversario -la edad del comienzo de la vida pública de Jesús de Nazaret- que cumple La Chicotá. Si Dios me da vida y salud, prometo con solemnidad acudir personalmente, en cuanto tenga la primera oportunidad de hacerlo, a rendir a Pedro Rosado y a su familia, homenaje de admiración y respeto por haber puesto a puerta de calle ese pequeño gran testimonio de consideración a algo tan profundamente nuestro como el movimiento cofrade y el arte inmenso que lo envuelve. Las pocas veces que he disfrutado del ambiente de La Chicotá me he sentido rodeado de misterio. Escuadra describe la escena; el cómo la imaginación recrea momentos percibidos a través de quien te los está contando. Él y yo, en efecto, nos conocimos allí. Le reconocí y me acerqué a saludarle. Para entonces estaba familiarizado con su obra y guardaba ya por él esa actitud de quienes habituados a la cultura del esfuerzo y de la curiosidad, celebramos el encuentro con sus protagonistas. La presentación en Madrid de su impresionante Objetivo Gibraltar (Fundación Don Rodrigo. Madrid, 2021), me ha permitido volver a contactar con él e invitarle a Forum2000, el círculo de debate madrileño en el que estoy integrado desde hace bastantes años.

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