¡Aúpa Tamames!

Es su papel, situado tal cual en la 'post molestam senectutem' y sin nada que perder ni que ganar

M;e cuenta un amigo que cuando al profesor Tamames se le inquiría, con un cierto tono de reproche, por su vieja militancia comunista, contestaba: "Yo no soy un fósil". No debiera interpretarse esta salida a una pregunta de incomoda respuesta, como si se tratara de algo semejante al famoso sketch de los hermanos Marx: "Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros". Lo natural, sería pensar que lo que quiere decir don Ramón, es que ha evolucionado ¿quién no ha sido un poco comunista en la fase más inmadura de su adolescencia? Bien es verdad que aunque su militancia activa en el comunismo antifranquista se registra cuando es estudiante en la recién creada Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales de la Universidad de Madrid, se prolonga hasta el despertar de la década de los ochenta, cuando cercano a los cincuenta de edad, piensa, después de algunos intentos fallidos de cuajar en líder, que le puede ir mejor cerca del Adolfo Suárez ya en declive, del Centro Democrático y Social.

Paralelamente a su lento caminar de izquierda a derecha, propia de la progresiva pérdida de inocencia, Tamames logró alcanzar la pertenencia a cuerpos del Estado, tales como el de Técnicos Comerciales o el de Catedráticos de Universidad, bien que a través de instituciones de nueva creación como la Universidad de Málaga y la Autónoma de Madrid. Hombre trabajador, estuvo donde había que estar en el momento oportuno y en el lugar oportuno. Se dejaba ver donde convenía dejarse ver y ahora, en el culmen de su vida, vuelve a dejarse ver donde le dan la oportunidad de que le vean. Alguien del partido Vox ha tenido la ocurrencia de acordarse del viejo economista, que no ha perdido las vestiduras intelectuales en el ejercicio de la política, y como habría hecho con cualquier otro que pudiera producir los mismos efectos, le ha ofrecido la cabecera de cartel. No se trata más que de hacer el paseíllo, ni siquiera hay que coger el estoque.

Será un espectáculo: la gente madura, la clase media ilustrada y, en general, todos aquellos con consciencia de adónde hemos llegado, están que saltan de alegría expectante. Ver en el Congreso a un obrero del pensamiento, debatir con la mediocridad y la demagogia de la muchachada asamblearia, no es algo que se pueda ver todos los días. Tamames debe de estar encantado: es su papel, situado tal cual en la post molestam senectutem y sin nada que perder ni que ganar.

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