Antonio | Crítica

La zarza ardiente

  • Periférica publica 'Antonio', novela inteligente y bien escrita de carácter coral, obra de la autora brasileña Beatriz Bracher, donde se retrata a una familia burguesa y cultivada de Sao Paulo desde el 68 a nuestros días

La escritora y guionista brasileña Beatriz Bracher (Sao Paulo, 1961)

La escritora y guionista brasileña Beatriz Bracher (Sao Paulo, 1961)

El siglo XX trató como amenaza, como terror atávico e indeliberado, lo que el XIX aún imaginó como un último refugio de lo sacro. Me refiero a la naturaleza acogedora, grata y rumorosa del primer Romanticismo, que en Conrad se presenta ya como causa primordial e ineludible de la barbarie -véase El corazón de las tinieblas-, y que en Faulkner vendría prefigurada y como intermediada por las páginas del Pentateuco. Esta conjugación de la naturaleza y el pecado, latiendo oscuramente en el paisaje, como una brasa antigua, es lo que Beatriz Bracher presenta aquí de un modo original, sutilmente actualizado, en el Brasil contemporáneo.

'Antonio' es una novela sobre la educación recibida. Y en no menor medida, sobre la diferencia de clases.

La originalidad a que nos referimos se extiende a dos aspectos: a la estructura testimonial mediante la que se reconstruyen los sucesos que atañen a una familia; y al carácter cultivado, burgués, de algunos de sus protagonistas, quienes emprendieron una vuelta al origen (estamos en las cercanías de 1968), que implicaba, necesariamente, la inhóspita frecuentación del mundo rural. En cuanto a la actualización mencionada, se trata de una modificación de carácter intelectual: Antonio no es una novela sobre las fuerzas subyugantes e hipnóticas de la naturaleza; antes bien, es una obra donde se muestra cómo los prejuicios culturales (la consabida preferencia por lo puro, lo genuino y lo auténtico que se extendió en los 60-70), ahorman la concepción y la propia actuación del individuo sobre el mundo circundante. A este respecto, Antonio es una novela sobre la educación recibida. Y en no menor medida, sobre la diferencia de clases. Esto implica que la reconstrucción familiar que aquí emprende la autora (Antonio es el nombre del nuevo miembro de la familia, aún nonato) es también la reconstrucción cultural de la malla educativa donde se hallan suspensos los personajes.

La sutileza de Beatriz Bracher consiste en barajar todas estas cuestiones, de orden intelectual, con evidente naturalidad y sin salirse de un educado coloquialismo, acorde al formato testimonial y fragmentario de la novela. En tal sentido, podría decirse que Antonio es una novela de fuerte carácter antiexótico (en la que se contienen numerosas formas de soledad), construida, no obstante, sobre los perdurables tópicos de un exotismo pánico y naturalista.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios