Campo Chico

Los Escopeteros de Getares y la Tía Anica

  • En la calle Sacramento vivía la reina del disfraz y de las mercaderías de Gibraltar: la Tía Anica

  • Sir Joshua es la figura histórica de las pretensiones de hacerse con la soberanía del territorio colonial

  • Algo más sobre el Capi, Feria y toros

La calle Real a principios del siglo XX

La calle Real a principios del siglo XX

Antes de que en el tardofranquismo se reaccionara contra los abusos del Reino Unido, en los años sesenta, el estraperlo había sentado plaza en toda la Comarca. Algeciras, debido sobre todo al Puerto y particularmente a la pesca, gozaba de ciertos privilegios al margen del trapicheo, pero aún así el contrabando casero quitaba mucha hambre. En cualquier lugar donde te identificaras como algecireño, se te asociaba al bajo costo del tabaco, rubio sobre todo, o a algún otro producto popular, como las medias de cristal, los relojes o las plumas estilográficas. De hecho, el Campo de Gibraltar era “territorio comanche” adonde todo forastero entendía que estábamos más allá de todas las cosas.

Durante bastantes años, en la inmediata posguerra y por espacio de casi dos décadas, los residentes en la Comarca podían comprar su coche en Gibraltar y tenerlo allí matriculado; eso sí, para circular fuera del territorio era necesaria una autorización por escrito. Había un auténtico turismo de compras, por parte de viajeros que estaban eventualmente por los alrededores, sobre todo por la costa malagueña. En aquella Acera de la Marina, llena de gente de paso y de bares, rodeada de hoteles y con unos cuantos músicos callejeros completando la escena, proliferaban los vendedores de plumas y de relojes. Y de guías de casas de contrabando, como popularmente se conocían esas casas-tiendas que abundaban al sur de la calle Panadería y del remanso de la calle Real, previo al acceso a la Plaza.

En la calle Sacramento, al principio, nada más rebasar Los Gallegos y el taller de Salvo, donde nació la Escuela de Artes, vivía la reina del disfraz y de las mercaderías procedentes de Gibraltar: la Tía Anica. El estraperlo estaba tan arraigado que no parecía tener nada que ver con la ilegalidad. Los turistas le preguntaban incluso a los agentes de la policía municipal dónde había una de esas casas de contrabando de las que tanto habían oído hablar. En las máquinas expendedoras de paquetes de cigarrillos, todavía en los años cincuenta y primeros sesenta, una parte del contenido se proveía con tabaco de contrabando, incluso en las que radicaban en lugares oficiales, por ejemplo el patio de la Alcaldía de la calle Convento.

Los viajeros que tomaban el tren hacia el interior, eran regularmente registrados en ruta por agentes de la policía y a la altura de Jimena, cuando ya se suponía que había pasado el peligro, las matuteras (denominación más cariñosa que despectiva) se encargaban de hacer llegar a sus socios en ruta, las mercancías que hubieran podido ser requisadas de haber sido encontradas en el registro. Los estudiantes que íbamos a Madrid, acabábamos siendo unos avisados observadores del trapicheo y en alguna ocasión, cuando andábamos mal de efectivos, vendíamos los “chesters” que llevábamos para nuestro consumo, participando así del inmenso espacio de economía sumergida en el que habitábamos.

Las proximidades de la Tía Anica Las proximidades de la Tía Anica

Las proximidades de la Tía Anica / E. S.

La popularidad de la Tía Anica no tenía límites y cualquiera que hubiera tenido noticias de Algeciras te preguntaba por ella cuando conocía tu origen. Una historia real lo certifica: en una ocasión, se recibió en el Gobierno Militar del CdG un mensaje cifrado y protegido con clave, en el que se ordenaba cerrar y custodiar la calle Sacramento, desde José Antonio a Panadería, durante la mañana del día siguiente. Doña Carmen, la esposa del Caudillo, tenía previsto visitar a la Tía Anica para realizar algunas compras.

El cronista Luis Alberto del Castillo, se quejaba irónico de que se hubiera erigido (en 1999) un monumento a los Escopeteros de Getares, camino de la playa; pues siendo como eran represores del contrabando, se constituían en elementos perturbadores de la paz social. Supongo que Luis Alberto no acudiría a la broma cuando, años más tarde, el Ayuntamiento de Algeciras adoptó como uniforme de gala para la Policía Municipal, el que llevaran aquellos soldados, por tenerlos –con más voluntad que acierto– como precursores del Cuerpo. Su historia, como tantas otras de estos pagos, se genera en torno a la aprehensión británica de Gibraltar de 1704.

Escopeteros, escultura de Gómez de Avellaneda Escopeteros, escultura de Gómez de Avellaneda

Escopeteros, escultura de Gómez de Avellaneda / E. S.

Las unidades militares urbanas tienen su precedente en las milicias encargadas de la protección de nuestras costas frente a los piratas berberiscos. Una de ellas, formada por voluntarios tarifeños tenía su acuartelamiento en la playa de Getares cuando el asalto angloholandés a Gibraltar. Estaba formada por cuarenta buenos tiradores y pasó a llamarse de Escopeteros de Getares consagrándose a la represión del contrabando. No debieron de estar precisamente celebrados por el pueblo llano, pues a pesar de sus buenas intenciones no cabe duda –como intuía Luis Alberto– de que añadían dificultades a la pobre gente que vivía gracias al estraperlo.

Naturalmente, había capos y explotadores, pero la mayoría de los estraperlistas vivían con mucha estrechez y no tenían alternativa laboral alguna. La baja cualificación de los trabajadores, mal endémico de la Comarca, que provocó una notable inmigración a la demanda industrial de los últimos años sesenta y primeros setenta, era en el siglo XVIII de una dimensión inconmensurable.

Si releemos hoy el famoso artículo X del Tratado de Utrecht, del 13 de julio de 1713 –hace una década, se cumplieron tres siglos–, nos sorprenderemos de lo pactado entre Sus Majestades el Rey Católico y la Reina de Gran Bretaña. Merece la pena recordarlo para contribuir al conocimiento de la situación, tan pirateada a sueldo. En uno de los párrafos dice: “Para evitar cualesquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra”.

Duque de Kent, padre de la reina Victoria de Inglaterra Duque de Kent, padre de la reina Victoria de Inglaterra

Duque de Kent, padre de la reina Victoria de Inglaterra / W. Beechey

Esto ayuda a comprender que el cierre de la verja en 1969 era conforme a Derecho, sin que quepa objeción ni argumento en contra. En ningún momento se cede la soberanía, no siendo S.M. Charles III “of the United Kingdom” el rey de Gibraltar, sino S.M. Felipe VI de España, que también lo es, por cierto, “de las Algeciras”. Más adelante se lee esta curiosa reserva: “Y Su Majestad Británica, a instancia del Rey Católico consiente y conviene en que no se permita por motivo alguno que judíos ni moros habiten ni tengan domicilio en la dicha ciudad de Gibraltar”.

Habría estado bien que algún profeta hubiera musitado al oído de Sus Majestades que el primer “chief” de la colonia, designado Sir por Su Graciosa Majestad, cumpliría mutatis mutandis con el perfil explícitamente prohibido.

Sir Joshua Abraham Hassan nació en Gibraltar el día 21 de agosto de 1915 y murió inesperadamente, cuando le faltaba poco para cumplir los 82 años, tal día como ayer, en esa misma ciudad y en 1997. Salvador, como le llamaban familiarmente, pertenecía a una familia judía marroquí, de tantas como repoblaron el Gibraltar usurpado a la Corona de España blandiendo el nombre de un aspirante a ocuparla, el Archiduque Carlos de Austria; Carlos VI de Habsburgo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico entre 1711 y 1740 y gran protagonista de la Guerra de Sucesión española de 1701, que tantos males nos trajo y de muchos de los cuales, colonialismo y separatismos, aún no nos hemos recuperado.

General Castaños General Castaños

General Castaños

Los Escopeteros de Getares crecieron en amor y compaña, llegando a participar en la Guerra de la Independencia contra el invasor francés, bajo la autoridad del Comandante General del Campo de Gibraltar, el muy famoso y reconocido militar Francisco Javier Castaños Aragorri, primer Duque de Bailén. El general Castaños era madrileño de nacimiento y noble de cuna. Estuvo siempre muy unido al Campo de Gibraltar y fue muy amigo de Eduardo, Duque de Kent y padre de la que sería la muy augusta Reina Victoria. El duque fue Gobernador de Gibraltar desde 1802 hasta su muerte en 1820 y Castaños le guardaba en San Roque, con mucho mimo, a su amigo, una casa para la práctica de algunos de sus numerosos amoríos.

Sir Joshua es la figura central, histórica, de las pretensiones gibraltareñas de hacerse con la soberanía del territorio colonial, beneficiándose de todas las ventajas que podía extraer tanto de España como del Reino Unido. Se sirvió de toda clase de subterfugios, pero no estábamos en este tiempo de mediocridades, sino en otro en el que España tenía un significado político e histórico que nada tiene que ver con el que tiene ahora. Un gran español, gran jurista también, bilbaíno, Fernando María Castiella, no sólo acabó con las ilegitimas pretensiones de Hassan y los suyos, sino que estableció las bases para el progreso de la Comarca diseñando lo que hoy es uno de los polígonos industriales más prósperos de España.

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