Todos somos Jonathan Sánchez

Lo triste es que en esta batalla por la defensa de nuestro país y de sus trabajadores Jonathan se ve solo

Jonathan Sánchez, en su barco en el puerto de La Atunara.

Jonathan Sánchez, en su barco en el puerto de La Atunara. / Erasmo Fenoy

Jonathan Sánchez es un humilde pescador de La Línea. Su sustento se basa en salir a faenar con su pequeña embarcación, Mi Daniela, para poder llevar un plato de comida a los suyos. Se enfrenta a las enormes dificultades que otros pescadores también sufren, mayores aún que un temporal de levante; como la reducción de las especies, el aumento del precio del combustible, exigencias medioambientales ineludibles que nos dictan desde Bruselas –también a la importación de pescado del exterior– o a la minoración de la presencia de productos pesqueros en las mesas de los españoles. Un auténtico héroe.

Pese a tanto mar de fondo, se levanta muy temprano y, sin importar el tiempo, sale a navegar con mucho sacrificio por las aguas españolas que rodean el peñón de Gibraltar en busca de jureles, sardinas o lo que tercie. Lo importante conseguir un rancho de pescado y poder seguir tirando día a día.

Pero resulta que el gobierno llanito –que se dice socialista– lo considera un delincuente por violar las leyes de pesca de la colonia. Jonathan, que tiene más millas navegadas que Picardo, no acudirá a la pantomima de un juicio en su contra en Gibraltar. Muy bien que hace.

Parece que el progresismo gibraltareño apoya las casas de juego online o las transacciones financieras internacionales semiopacas, pero luego intenta quitarle el pan, pistola en mano, a un modesto padre de familia así como castiga a los pensionistas españoles maltratándolos respecto a sus excompañeros llanitos. Esto tiene de progresista lo que Bossano de Che Guevara.

Y estoy muy de acuerdo con su posición porque no es justa esa persecución contra un simple pescador en la absurda defensa de una equivocada posición llanita sobre la soberanía de nuestras aguas; pero también porque comparto plenamente lo que dijo el Tribunal Supremo de España en su resolución de 20 de febrero de 2021: que no se cedieron las aguas circundantes y, que además, la cesión operada en Utrecht lo fue puramente territorial, dominical, sin asunción de soberanía alguna ni, por tanto, de sus atributos. De ahí nuestra reclamación perenne de tal soberanía. Y por tanto, no hay nada que explicar al Fiscal de su Graciosa Majestad. Y punto.

Pero lo triste es que en esta batalla por la defensa de nuestro país y de sus trabajadores Jonathan se ve solo. Pocas voces, la de José Ignacio Landaluce, la de Álvaro Cuadros, apenas nadie más, se han escuchado en su apoyo. Y esto es lo lamentable, que muchos se escondan, vergonzosamente, a pesar que en otros contextos se llenan la boca de palabras en defensa de los trabajadores. Todo mentira.

Por eso hoy me uno a Jonathan. Lo apoyo y le digo que gente así son las que hacen grande a un país. En todos los sentidos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios