Instituto de Estudios Campogibraltareños

Burma, un agente clave en la Segunda Guerra Mundial (y II)

  • Los servicios británicos llegaron a considerar a Sánchez-Rubio como un miembro destacado del servicio de sabotaje alemán que operaba contra Gibraltar

  • Las acciones se enmascaraban por parte del Alto Estado Mayor pese a la neutralidad de España en el conflicto  

El acuartelamiento General Ballesteros de La Línea de la Concepción con el peñón de Gibraltar al fondo.

El acuartelamiento General Ballesteros de La Línea de la Concepción con el peñón de Gibraltar al fondo.

En los años siguientes, la labor de Sánchez-Rubio en relación con el ataque conjunto a Gibraltar, se prolongaría mediante la permanente actualización de los datos sobre el estado de las defensas de la fortaleza.

No obstante, los servicios prestados por Sánchez-Rubio a las comisiones de “Felix” en forma alguna interrumpieron su tarea principal que no era otra que la obtención de Inteligencia sobre la colonia británica.

De manera que, cuando en enero de 1940 había regresado al “Pavía”, el entonces comandante Sánchez-Rubio no había hecho otra cosa que reasumir sus antiguas funciones como oficial de información, aunque, esta vez, dentro del Cuartel General del Gobernador Militar del Campo de Gibraltar. En este sentido, Sánchez-Rubio se revela, sin duda, como uno de los mejores exponentes de aquel acuerdo de colaboración que los servicios de información del Alto Estado Mayor habían cerrado con el Abwehr alemán en junio de 1940.

Además, la contribución de este en la ampliación que los efectivos del servicio secreto alemán en la comarca experimentaron, a finales del verano y comienzos del otoño de 1940, es de un valor igualmente destacable.

En este sentido, no sólo se ocupó de proporcionarles toda la cobertura posible o de aportar fluidez a su funcionamiento, sino que, incluso, les facilitaría el alquiler de una serie de villas, muchas de ellas propiedad de gibraltareños, en las que el Abwehr iba a situar sus observatorios, emisoras y demás infraestructura.

La colaboración de Sánchez-Rubio con los alemanes, orquestada esencialmente a través de la llamada K. O. Spanien/Nachrichtenstation Algeciras, llegó a ser de tal intensidad que cuando, más adelante, estos se planteasen montar un operativo para realizar acciones de sabotaje contra intereses británicos en la zona, no dudaran en recurrir nuevamente a sus servicios. Cierto que la K.O. Spanien contaba con agentes españoles de confianza, como era el caso del falangista sevillano Juan Domínguez Muñoz, pero, si se tiene en cuenta que las acciones debían ser ejecutadas al sur de la Verja, pocos mejor situados y efectivos que Sánchez-Rubio para proporcionarles gente dispuesta a ello.

Modelo a escala del peñón de Gibraltar elaborado por el teniente coronel Sánchez-Rubio y el teniente Gómez de Avellaneda. Modelo a escala del peñón de Gibraltar elaborado por el teniente coronel Sánchez-Rubio y el teniente Gómez de Avellaneda.

Modelo a escala del peñón de Gibraltar elaborado por el teniente coronel Sánchez-Rubio y el teniente Gómez de Avellaneda.

En una primera etapa, parece ser que sólo se dedicó a captar saboteadores. Pero hay sobradas evidencias de que, más adelante y aprovechando su posición, también les iba a proporcionar información, facilidades para la correcta ejecución de sus acciones y cierta protección, cuando alguno de los agentes se veía en dificultades con las autoridades españolas.

Es más, a partir del otoño de 1942, cuando el Abwehr quiso retomar las acciones, tras el parón sufrido como consecuencia de la detención y fusilamiento de Juan Domínguez, la figura de Sánchez-Rubio iba a adquirir todavía mayor protagonismo en esta parcela; al hacerse cargo, no sólo de captar colaboradores o reorganizar el operativo, sino también de almacenar y distribuir el material de sabotaje, de efectuar pagos e incluso de sugerir los posibles objetivos de las acciones.

No es extraño pues que, tras considerarle “el Jefe de la organización española contra Gibraltar y también un agente alemán al frente de las operaciones de un grupo de saboteadores contra navíos y aviones de su Majestad”, el 28 de junio de 1942, el Secret Intelligence Service cursara una directriz, en la que ya se le destacaba, asignándole el nombre clave de Burma.

El 28 de julio de 1943, un mes después de la detención de López Cordón-Cuenca y poco antes de la detención de Martín Muñoz, el gobernador de Gibraltar denunciaba la implicación de Sánchez-Rubio en las acciones de sabotaje que se estaban produciendo. Días antes, las autoridades españolas habían procedido a la detención de varios de los saboteadores, cuyos nombres habían sido denunciados por los británicos. Pero, en el caso de Sánchez-Rubio, el general gobernador Antonio Barrón se apresuró a afirmar que, además de estar a sus órdenes, la naturaleza de los servicios que éste prestaba eran de índole muy diferente a la que Londres le atribuía. Lo cierto es que, desde hacía dos años, un destino en una anodina Comisión de Estadística, adjunta al Alto Estado Mayor, proporcionaba el necesario camuflaje para las actividades que el teniente coronel Eleuterio Sánchez-Rubio y Dávila venía ejerciendo como oficial de Inteligencia.

Una vista de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial. Una vista de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial.

Una vista de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial.

Durante todo el verano de 1943, los británicos siguieron firmes en su empeño de reunir evidencias que permitieran presionar por vía diplomática a España, y conseguir que esta procediese a desarticular la estructura completa del Abwehr en el país. El 6 de septiembre, el Ministerio de Exteriores británico presentó un dossier denunciando la existencia en España de una red, perfectamente entrenada, de saboteadores al servicio de Alemania. El 20 de octubre, seis semanas después de la rendición de Italia y con una España plenamente asentada ya en la neutralidad, el Gobierno español comunicaba al embajador británico que había solicitado al Gobierno alemán la supresión de toda actividad del Abwehr y la disolución de su red. Además, le aseguró que se habían cursado órdenes para la represión de sus actividades en todo el territorio nacional. El escenario en el que Sánchez-Rubio había venido trabajando desde 1940 se había venido completamente abajo y sólo era cuestión de tiempo que sus efectos le alcanzaran de lleno.

Pero el golpe le sobrevino con el memorandum que el Gobierno británico entregó a Franco el 17 de diciembre de 1943. En él se le exhortaba a tomar medidas contra aquellos súbditos españoles que, ya fuese por sentimientos nacionalistas, motivos ideológicos o buscando una compensación económica, colaborasen con organizaciones de sabotajes enemigas. En el punto 10 del apartado II dedicado a las acciones de sabotaje se podía leer: “El Teniente Coronel Eleuterio Sánchez-Rubio Dávila, del Servicio de Información Militar en el Campo de Gibraltar, conocido por los saboteadores como ‘El Abuelo’, hace mucho tiempo que ha sido identificado por las autoridades británicas como un miembro destacado del servicio de sabotaje alemán que opera contra Gibraltar”.

En este contexto, hay que considerar que, según comunicaron los británicos un mes después, los actos de sabotaje eran considerados, junto a las exportaciones de wolframio o la presencia de la División Azul en el frente ruso, una de las cuestiones que deslegitimaban la reciente declaración de neutralidad de España y que, en consecuencia, le hurtaban toda posibilidad de ser tenida en cuenta en el mundo que surgiría de la previsible victoria aliada.

Ese mismo mes de diciembre, tras recibir un oportuno ascenso a coronel y sin abandonar su destino en la “Comisión de Estadística”, Sánchez-Rubio tuvo que abandonar, junto a su familia, la ciudad de La Línea, pasando a fijar su residencia en Sevilla. Aunque ello no impidió que siguiese realizando frecuentes visitas al Campo de Gibraltar, su salida de la comarca fue considerada por el servicio secreto británico un gran triunfo.

No obstante, desde su destino en el Alto Estado Mayor, el ahora coronel siguió alimentando su condición de máximo experto en Gibraltar. E incluso, irreductible en sus convicciones y sentimientos, se puede demostrar que estuvo activamente implicado en la planificación de acciones de sabotaje en una fecha tan tardía como finales de 1944. Eran méritos más que suficientes para que, en un informe fechado el 10 de enero de 1945, el servicio secreto británico siguiese considerándole el “más peligroso y poderoso agente alemán en la zona”. Tanto es así que, ya derrotada Alemania, Londres aún pensaba que podía seguir siendo una amenaza como agente del servicio secreto japonés. Todo ello explica que se le mantuviese bajo estrecha vigilancia nada menos que hasta 1956 o, lo que es lo mismo, once años después del final de la Segunda Guerra Mundial, ocho años después de que hubiese dejado de pertenecer al Alto Estado Mayor y... tres años después de que hubiese pasado al retiro.

En conclusión, resulta evidente que su actividad como oficial de Inteligencia, no respondía más que a las tareas propias de su destino como oficial del Ejército español. Es igualmente incuestionable que el asesoramiento y apoyo que dio a las comisiones de Felix o las cesiones de información al Abwehr alemán respondían a directrices secretas emanadas del Alto Estado Mayor en base al acuerdo Vigón-Canaris de 1940. Sin embargo, en torno a su actuación durante la guerra subsiste aún una gran pregunta. ¿Estuvo su participación en los operativos del Abwehr II propiciada por directrices de sus superiores en el Alto Estado Mayor o, por el contrario, sólo se trató de una iniciativa personal suya, acometida a espaldas de sus superiores, alimentada por sus profundos sentimientos antibritánicos y favorecida por su anterior relación con los servicios secretos alemanes, sea como fuere, no cabe duda de que los hechos que componen la trayectoria profesional y personal del coronel Sánchez- Rubio, en su paso por el Campo de Gibraltar, constituyen una de las mejores manifestaciones, tanto del verdadero significado de la no- beligerancia española, como de las consecuencias de la vuelta a la neutralidad con la que se le puso término. El coronel Eleuterio Sánchez-Rubio y Dávila falleció en Sevilla el 21 de noviembre de 1972 y está enterrado en el cementerio de San Fernando de la capital andaluza.

Artículo publicado en el número 58 de Almoraima, revista de estudios campogibraltareños. Octubre de 2023

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